Un genio de las artes gráficas de otro mundo.
Por Ángel Mora
El siglo XX fue un siglo repleto de arte, vanguardias y movimientos que destacaron cientos de artistas multidisciplinarios que hoy resuenan en el conocimiento colectivo de la historia del arte, todos ellos genios y maestros de su disciplina y estilo. Destacan entre ellos aquellos artistas de increíble talento poco a preciado en nuestros días debido a que no se ajusta a la percepción de lo que es bello o estéticamente agradable a la vista, una censura orquestada por el prejuicio colectivo del ser humano a rechazar todo aquello que nos parece repulsivo simplemente por no ser hermoso, incluso si estas obras artísticas demuestra un talento digno de genios.
En este contexto sobresale el maestro del aerógrafo suizo H. R Giger, un artista gráfico de culto que muchos desconocen debido a que sus obras de impresionante destreza artística, de estilo y de técnica, no suelen ser consideradas agradables a la vista de todos. Su estilo oscuro, surrealista y biomecánico que expone lo erótico y la industrialización del siglo XX hoy es un referente del talento capaz de generar un genio armado con un aerógrafo, instrumento especialmente complejo de manipular, que para Giger no significó problema alguno dentro de su prolífica carrera que lo llevó a trabajar en el cine, los videojuegos, la música y la escultura, rodeándose de figuras como Ridley Scott, Dalí, Alejandro Jodorowsky e incluso la banda Korn. Giger, el genio de lo lovecraftiano que todos deben conocer.
Genio nacido en Zúrich
Hans Rudolf Giger nacería un 5 de febrero de 1940 en Suiza, nacionalidad que contribuiría a forjar un legado de enigmático estilo oscuro y mecánico. Probablemente influido por la realidad de su infancia y adolescencia de la posguerra, Giger creció con un interés por las artes, siendo un mal estudiante pero un artista prodigio. Su camino lo llevó a estudiar arquitectura y diseño industrial en la Escuela de Artes Aplicadas. Después de desempeñarse como diseñador de interiores en la década de los 60’s finalmente comienza a dedicarse enteramente a su arte y a forjar un legado y estilo que terminaría por identificarlo en tiempos más modernos.
Sus primeros trabajos, armado por un aerógrafo que le otorgaba el poder de crear obras carentes de la humanidad que otra disciplina deposita en su arte, Giger comienza a ganar relevancia en el entorno, creando una admiración por el surrealismo y sus principales exponentes europeos, siendo Dalí una de sus más grandes influencias, quién para la década de los 70’s loa acercaría a su círculo artístico fascinado por el surrealismo biomecánico que era capaz de crear el artista suizo. Esta fama creciente lo colocaría en el ojo de los creativos del momento, siendo el mundo del cine su siguiente parada en su odisea oscura, mecánica y fetichista.
Giger en la industria del cine
En 1976, el cineasta chileno Alejandro Jodorowsky reclutará a Giger para participar en un temerario proyecto cinematográfico que buscaba adaptar la obra de Frank Herbert “Dune” a la pantalla grande. Maravillado por el arte y estilo de Giger, Jodorowsky le encomendó diseñar el arte visual para el bando de los villanos en la película, artes conceptuales que terminarían adecuándose de manera increíble al proyecto, pero que lamentablemente jamás se verían aplicados debido a la cancelación de tan visionario proyecto. Esta incursión en el cine, a pesar de su cancelación, no hizo más que acercar al prolífico artista a la industria de Hollywood, siendo reclutado por otro director, Ridley Scott, para su filme “Alien, el octavo pasajero”, en el cual Giger pasaría a la fama por conceptualizar la apariencia del Xenomorfo como todo un ícono de la ciencia ficción.
Su contribución, ganadora del oscar a mejores efectos visuales, lo llevaría a trabajar en otras películas y proyectos como artista conceptual, llevando su estilo biomecánico perturbador y aterrador a distintos filmes de la época. Su arte y visión no se quedaría en la gran pantalla, saltando al mundo de los videojuegos con la franquicia Dark Seed como el próximo hogar de su aterrador estilo. En el mundo de la música se convertiría en un artista altamente solicitado, especialmente en el mundo del rock y el metal. Diseñó diversas portadas de álbumes repletos de su fetichismo, erotismo y apariencia de pesadilla mecánica. Destacable de esta influencia y legado es la elaboración del que pasaría a convertirse en el atril de micrófono de Jonathan Davis, vocalista de Korn, que representa una figura humana femenina de apariencia mecánica bautizada por el vocalista como “The Bitch”.
Legado biomecánico
Su estilo se caracteriza por mostrar una realidad altamente industrial, una fusión de lo orgánico con la mecanización de nuestra era, creando híbridos que simbolizan situaciones altamente eróticas en la mayoría de sus obras, mostrando un fetichismo que lo caracterizó en su apogeo y que le generaría legiones de seguidores principalmente en los círculos de culto del Metal y del BDSM de los 80s y 90s. Además de ser un maestro del aerógrafo, Giger se destacó con impresionante destreza en el área de la escultura, diseñando y esculpiendo decenas de esculturas de gran detalle que van desde el mobiliario como mesas, sillas e interiorismo, como lo ornamental.
Resaltar el arte y legado de H. R. Giger es una obligación en tiempos contemporáneos donde suelen olvidarse a los artistas verdaderos y enaltecer las influencias efímeras de la era digital. Giger y su contribución difícilmente ha encontrado rival en el mundo artístico, manteniéndose en el pedestal de la gloria de un genio que llevó lo perturbador, terrorífico e inquietante a un nivel que sólo puede atribuirse a un genio como él. Sin duda, el creador del Xenomorfo es un artista digno de su arte, de otro universo, otra dimensión y otros estándares antihumanos.