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Por Hugo Rocha

Ver películas de M. Night Shyamalan es como jugar a la ruleta rusa: te puede tocar un Sixth Sense o un The Happening. Después de Split parecía que venía de regreso con una buena racha, hasta que llegó Old y nos regresó al status quo de la expectativa a una mala película del director que en algún punto de su carrera se le consideró el próximo Spielberg. ¿Pero qué tal su última propuesta? 

Desde que vi el trailer, me tenía intrigado. Knock at the Cabin nos presenta a Eric (Jonathan Groff) y a Andrew (Ben Aldridge), quienes llevan a su hija Wen (Kristen Cui) a una cabaña al bosque para vacacionar. Su descanso se ve interrumpido cuando son invadidos por Leonard (Dave Bautista) y su grupo (Rupert Grint, Abby Quinn y Nikki Amuka-Bird), quienes aseguran que el apocalipsis está por desatarse en la Tierra si es que uno de los familiares no toma una terrible decisión: asesinar a uno de su propia familia para la salvación de la humanidad.

De entrada diré que la premisa resulta interesante, se presta a ser una historia que te invita a cuestionarte si lo que este grupo dice es real o no, ponerte del lado de la familia secuestrada para hacerte pensar que harías en su lugar. Pero lamentablemente, toda esta intriga se queda a medio cocer, permíteme elaborar en ello.

Primero hablemos de lo que sí funciona: las interpretaciones, destacando sobre todos a Bautista, quien nos comprueba que es más allá que solo músculos y el comic-relief. Siendo este el que carga lo más que puede a la película, su papel de alguien serio que se lamenta por las acciones que esta familia debe decidir, es lo que provoca que la intriga funcione a ratos.

Por otro lado, un acierto es el background que le dan a la familia, donde vemos cómo se desarrolla la relación entre Eric y Andrew, conociendo los retos familiares y sociales a los que se enfrentan por su relación, así como las complicaciones que tuvieron para poder adoptar a la pequeña Wen. La película se esfuerza en presentar este comentario social para darle más capas a su historia.

Sin embargo, cuando digo que todo se queda a medio cocer es porque al resto del grupo de secuestradores no los conocemos a profundidad, donde algunos tienen participaciones tan efímeras que inmediatamente la amenaza de este grupo va diluyéndose. Es aquí donde preferiría que hubiéramos pasado un poco más de tiempo en la cabaña, para hacernos cuestionar más lo que estaba sucediendo y lo que hay en juego.

Como resultado, llegamos al desenlace donde las intenciones del guion apuntan a que el clímax sea tenso y complicado; pero en cambio, todo se resuelve de forma bastante sencilla en mi opinión, no se siente el peso de las acciones de los personajes, e incluso la resolución se siente un tanto tramposa y hasta moralista. La reacción de varios en la sala fue algo así como un: “ah, bueno”.

Llaman a la Puerta definitivamente no es la mejor película de Shyamalan, pero también está lejos de ser la peor. Queda en un limbo entre lo medianamente bueno y decepcionante, convirtiéndose en una de esas películas que verías una noche en Canal 5, el ejemplo perfecto de una película dominguera, y me parece que su breve paso por las salas de cine lo comprueba. Si terminamos con una frase mamadora para cerrar, podríamos decir que en esta cinta llaman a la puerta, pero no lo suficientemente fuerte como para escucharlos.

 

Veredicto: