Por Hugo Rocha
El género de autofelación de Hollywood al mismo Hollywood pareciera florecer en estas fechas cercanas al Oscar, y en esta ocasión es el turno de Damien Chazelle; uno de los directores jóvenes más prometedores de la última década quien apunta a convertirse en el Spielberg, Scorsese o Coppola de nuestra generación. ¿Qué tiene que decirnos sobre el cine mismo? Corrección: ¿qué más tiene que decirnos? Después del festejo a la época dorada de Hollywood en La La Land.
Babylon sigue a cuatro personajes en Hollywood en el período de 1926 a 1932: la transición del cine silente a las talkies; Jack Conrad (Brad Pitt) un carismático y ya establecido leading man, Nellie LaRoy (Margot Robbie) una prometedora estrella en ascenso, Manny Torres (Diego Calva) un paisano que como inmigrante sueña con ser parte de la industria de los sueños y Sidney Palmer (Jovan Adepo), un músico de jazz afrodescendiente que se convierte en una estrella para los nuevos públicos de Hollywood.
La película sigue a estos cuatro personajes en un Hollywood representado como la antigua Babilonia, un imperio esplendoroso que encuentra su perdición a causa de los abusos y excesos que trae consigo el éxito.
Babylon representa Hollywood a través de su diseño de producción como describen a sus mismas películas: larger than life. Todo es espectacular y llamativo: grandes mansiones, enormes sets, lleno de lujos, trajes y vestidos del más alto nivel. Todo con exceso al grado de volver algo tan bello en algo tan repugnante y cansado.
Este sentimiento que evoluciona de la fascinación a la repulsión es evocado gracias a su fotografía en mancuerna con su montaje acelerado: todo se vuelve asfixiante y se siente como si la película estuviera en coca (como la mayoría de sus personajes). Esto puede resultar molesto para muchos, pero creo que funciona muy bien para el discurso de la película.
La música juega un papel muy importante, ya que las más de tres horas de duración de Babylon son acompañadas del score de Justin Hurwitz que dota de un ritmo hipnótico a la película. Convirtiéndose en mi favorita (al momento) para llevarse el Oscar por Mejor Música Original. Chazelle vuelve hacer uso del jazz de Hurwitz para darle ese sentido de improvisación y vida propia a la película.
Todos los protagonistas hacen un gran trabajo al adaptarse al tono que Chazelle plantea para la película: una sátira. Todos aceptan el absurdo y el exceso de la película, entregando momentos tremendamente divertidos pero son serios cuando la historia se los exige. Chazelle logra encontrar el punto de equilibrio entre estos dos tonos.
Y hablando más sobre el absurdo de la película, Chazelle no teme en empujarlo a sus límites: hombres cagados por elefantes, peleas contra serpientes de cascabel y un inframundo en Hollywood en el que somos guiados por Tobey Maguire.
Una de principales intenciones de Chazelle con Babylon es retratar la manufactura y artesanía detrás de las películas y es algo que se representa perfectamente en secuencias como en la que un enorme crew lucha contra el tiempo al querer grabar la escena más importante del filme antes de que se les vaya el sol para terminar siendo ayudados por los dioses del cine (cosa que confirmo que es real, el espíritu de Gabriel Figueroa es el que controla el sol y las nubes); al igual que otra escena donde el sonidista hace que la escena se repita una molesta cantidad de veces porque algo siempre se interpone (otra cosa que confirmo que es real).
Y en contraste a estas escenas que retratan lo bello de Hollywood también están las escenas que retratan su lado oscuro: las fiestas llenas de drogas y abusos sistémicos. En las que vemos a nuestros protagonistas descender al mismo infierno como consecuencia de su éxito.
Podría seguirle y seguirle con cosas que aprecio mucho de Babylon, esto porque en larguísima duración suceden muchas cosas. Pero aquí es donde también es importante mencionar que Babylon no es nada nuevo bajo el sol, se siente como una combinación de otras películas que tienen el mismo discurso: Singin’ in the Rain, Boogie Nights y The Wolf of Wall Street.
Y a su vez, creo que su extensa duración le juega en contra en momentos; ya que a pesar de que es cierto que se justifica una larga duración por el amplio período de tiempo que representa y un cast sumamente amplio, hay momentos donde las situaciones se vuelven reiterativas, siendo un eco de algo que ya habíamos visto previamente, haciendo que su efecto emocional se diluya.
Y bueno, el final de la película. Mucho que decir y discutir al respecto. Me gusta mucho la resolución de la historia, ver como termina todo a través de los ojos de un personaje que seguimos durante los momentos más importantes de su vida. Pero existe este montaje que se ha vuelto tema de discusión en Twitter y en TikTok: la tésis de Chazelle sobre Hollywood donde se toma la libertad (o el capricho) de hacer una secuencia que se siente como un fan edit del recorrido histórico de Hollywood y el cómo este ha muerto para ser reemplazado por un parque de atracciones que solo busca el espectáculo y el interior de las carteras de sus audiencias. Básicamente el discurso de Scorsese que hemos discutido durante años.
A título personal, ahí sí me pareció algo muy fuera de lugar de la diégesis de la historia, lo siento como un berrinche pretencioso que entiendo que a muchos les pueda parecer ingenioso y atrevido; pero en realidad creo que es un discurso sustentado en la nostalgia (que de por sí hay que desconfiar de ella) de un pasado que ni el mismo realizador vivió. Disfruto mucho el cine de Chazelle, pero con esta postura habrá que estar de acuerdo en desacordar.
A fin de cuentas, diré que Babylon es una película que disfruté bastante y que seguramente repetiré en alguna ocasión; pero que es una apuesta arriesgada para recomendar, habrá muchos que la disfruten y muchos que la odien. ¿Y saben? Entiendo las dos partes.
Veredicto: