Una tentación dentro del coleccionismo de cómics.
Por Ángel Mora
El mundo del cómic es toda una industria significativa dentro del entretenimiento a nivel mundial. Los comics dejaron de ser meramente material editorial para lectura de adolescentes hace muchísimos años, convirtiéndose en todo un fenómeno que mezcla historias excelentemente escritas, personajes icónicos generadores de toda clase de mercancía, objetos de inversión, y artículos de coleccionismo bastante demandados hoy en día debido a su contenido editorial, personajes protagonistas, el sello editorial, el artista que lo ilustra, y las ya famosas portadas variantes que hacen de estas historias de papel y grapa todo un fenómeno geek.
Si bien hoy se asocia al cómic directamente con los superhéroes, y por ende, con el cine de superhéroes liderado por Marvel y su exitoso universo cinematográfico; los cómics van más allá de representar posibles adaptaciones audiovisuales de sus historias y personajes, siendo en primera instancia el punto de partida de esta industria multimedia, y claro, un tesoro gráfico y editorial sumamente artístico que por años ha mantenido a sus seguidores fieles a cada publicación semanal, mensual, bimestral, edición especial, nuevo evento o arco, etc. Si una cosa es clara dentro de este tipo de entretenimiento es que el cómic es mucho más que un compaginado de viñetas bien ilustrado y escrito, es todo un negocio millonario.
El cómic y el coleccionismo
Los fascinante del mundo del cómic es la infinidad de historias, personajes, universos y situaciones que tiene para ofrecer, siendo este uno de los entretenimientos más amenos dentro de la industria, uno repleto de arte en todos los sentidos, desde la forma en que puede estar editado, pasando por sus acabados exteriores y formatos, hasta la forma en que es escrito y como está representada la historia de manera gráfica en cada viñeta, siendo este factor decisivo para el éxito del cómic en cuestión.
El arte que compone a un cómic lo hace merecedor de convertirse en un artículo coleccionable, que mientras en mejor estado se encuentre el tomo o volumen, mejor será su valor como coleccionable, y por ende, en el mercado si es que se trata de una entrega sumamente cotizada. A este fenómeno se suma el arte con el que los artistas de renombre suman a su valor, siendo el trabajo de portada un gran protagonista del cómic mismo. Las portadas, como en muchos otros materiales de entretenimiento, tienen la función de impactar mediante su composición gráfica para que el cómic sea consumido, algo que en esta industria de las viñetas terminó por convertirse en todo un juego de variantes, competencias y un truco de venta sumamente rentable.
Su origen se encuentra con la publicación del primer tomo de Man of Steel de DC Comics de 1986, donde se elaboraron dos portadas distintas para generar interés extra por parte de los lectores, ambas realizadas por John Byrne. Esta práctica generaría gran interés en este mercado, marcando así el inicio de un fenómeno que prevalece aún en nuestros días pero con menor hype y casi normalizado por parte de quienes coleccionan este tesoro editorial. Los 90 ‘s sería la década donde se desbordara esta forma de comercializar cómics mediante diferentes portadas, algunas de ellas mostrando diferentes protagonistas, escenas, o implementando la actual tendencia de mostrar portadas hechas por diferentes artistas. El éxito de este recurso recae en la oportunidad de poseer diferentes propuestas gráficas en portada de un mismo comic, con la esperanza claro de ver su rentabilidad a futuro, o simplemente, como debería ser, acrecentar tu colección.
Naturaleza de una variante
Las portadas variantes se caracterizan principalmente por mostrarnos una portada de un mismo tomo con diferente apariencia, siendo el más común de los casos dos trabajos artísticos diferentes, ya sea del mismo dibujante de interiores o de la participación de un artista invitado. Si bien en los 90’s esta práctica se popularizó hasta la saturación del mercado, el nuevo milenio y los días más contemporáneos han hecho de esta forma de comercializar comics algo orientado al coleccionismo, variando las portadas, más allá de variantes artísticas o de ilustradores, con acabados, ediciones y hasta papeles especiales.
Hoy en día es normal ver que con la salida de un nuevo número de Spider Man o batman, vengan consigo dos, tres y hasta cuatro portadas diferentes, esto con el fin de incentivar el consumo y el coleccionismo al mismo tiempo, siendo populares las apariciones de personajes reales en portada, sucesos culturales del momento, o simplemente una versión distinta ilustrada por algún artista invitado. Además, los acabados editoriales se suman a esta tendencia, siendo la innovación en papeles y terminados metalizados, 3D, texturizados, y hasta tarjetas coleccionables, algo sumamente atractivo para el coleccionismo contemporáneo.
El cómic es todo un fenómeno sumamente versátil que no por nada es el material fuente de éxitos taquilleros, del mundo del gaming y de la mercadotecnia en sí. Orientándonos en la naturaleza impresa y coleccionable de este entretenimiento, las portadas variantes resultan un atractivo interesante para quienes aún gustamos de coleccionar en físico y diversificar el material gráfico y artístico de este entretenimiento digno de nerds.