Historias macabras y llenas de humor en blanco y negro.
Las historietas ofrecen al artista una forma concisa de expresar lo que hay que contar, ya sea esto en el sentido humorístico como para expresar lo macabro, o en algunas ocasiones, expresando ambas formas en una sola serie de ilustraciones tan divertidas como inquietantes, de las cuales resalta un estilo sumamente lúgubre como peculiar que sólo podría venir de una persona. No nos referimos al trabajo del mítico Charles Addams y su extravagante familia ícono de las viñetas; ni tampoco hablamos del melancólico director de cine Tim Burton, quien se caracteriza precisamente por estos detalles en sus personajes, películas e ilustraciones.
No, hablamos de alguien que vino antes que Burton y después de Addams, un artista extravagante y solitario que hizo historia en las artes por su vanguardia macabra y divertida, donde las ilustraciones en blanco y negro llenas de achurado, historias cortas pero llenas de personajes divertidos e icónicos, y decenas de libros autopublicados lo convirtieron en un referente de lo tétrico. Edward Gorey es su nombre, un artista que veía en la vida cotidiana algo altamente desconcertante, y que, por ello, usó su ilustración para remediarlo un poco con tintes lúgubres y divertidos.
Antes de Burton, existió Gorey
Muchos atribuyen el estilo macabro, blanco y negro, escalofriante y gótico al director de cine Tim Burton, quien desde los años 80’s viene manejando el estilo lúgubre en sus producciones, que, si bien lo identifican dentro de la industria, no ha sido el único ni el primero en aplicar esta estética espeluznante en el medio creativo. El director ha dicho que se ha inspirado en otros artistas de índole similar, como el famoso caricaturista de historietas Charles Addams, famoso creador de la Familia Addams (a la cual recientemente ha hecho una adaptación en formato televisivo), como en otro gran ilustrador y escritor del siglo XX, un personaje que sin duda podremos entender porque Burton es como es.
El artista en cuestión es el ya mencionado Edward Gorey, escritor e ilustrador de cultura, un personaje solitario como extravagante, amante de los gatos, los libros, el teatro y la ilustración. Nacido en Chicago en 1925, Gorey creció con una afición por lo extraño del mundo, lo tétrico, la fantasía y el terror. Cuando tuvo oportunidad, comenzó a experimentar con su ya característico estilo de ilustración del cual no siempre estuvo muy de ser funcional debido a que no se formó como él pensaba debió haberse instruido en las artes, al sólo cursar un semestre en el Chicago Art Institute.
Un estilo lúgubre y divertido
Para cuando tuvo oportunidad de ilustrar de forma profesional, comenzó a trabajar en portadas de clásicos como Drácula de Bram Stoker, época donde aprendería el propio oficio editorial, para después, comenzar su maravillosa carrera auto publicándose, llevando sus escritos al plano ilustrado en bellas ediciones empastadas. La característica principal de Gorey fue su estilo de ilustración, lleno de personajes alargados, flacuchos, pálidos, regordetes, estirados, en fin, en formas pocos convencionales que llevaban lo peculiar a un nivel interesante gracias a su detallado estilo artístico apoyado fuertemente en el uso de tonos blancos y negros y del uso de achurados.
Entre sus más de 100 obras publicadas, Edward Gorey aplicó una estética tétrica que se mezclaba a la perfección con historias divertidas con aire infantil, aunque su público fuese otro. Este estilo que hoy muchos asociamos a Burton marcó una prolífica carrera llena de obras literarias hoy consideradas tesoros, entre lo que destaca también su participación como artista en obras de teatro como lo fue en el decorado de la puesta en escena de Drácula en 1977. Y aunque su legado artístico y literario es corto en cuanto a extensión, destacándose muchas veces por cuentos breves o poemas divertidos y lúgubres, la obra de Gorey hoy en un tesoro que todo amante del estilo victoriano, gótico y tétrico debe tener al menos en su biblioteca.
Su figura personal se rodeaba de misterio, algo propio de un artista que prefería la reclusión con sus libros, sus gatos y su ilustración a tratar con el mundo real tan desconcertante como solía decir. Su surrealismo lúgubre y macabro hoy es un referente de este estilo, colocándose entre los grandes de la ilustración del siglo XX como un artista casi olvidado pero que merece su lugar entre los genios de lo extravagante y melancólico.