Por Gianfranco Cortese
Actualmente y con la ayuda de la pandemia, nos vemos en la necesidad de evolucionar el cómo nos comunicamos, cómo nos transportamos y sobre todo el cómo hacemos negocios. Todo esto lo han manejado de mejor manera algunos países desde hace mucho tiempo, pero no fue hasta tiempos de pandemia que realmente se empezó a acelerar el proceso para todo lo que tiene que ver con ser más independientes del efectivo e ir por lo digital.
Construir un mundo cashless no se hace de la noche a la mañana y mucho menos perfeccionar las técnicas que fomentan las bases y sobre todo la seguridad para esto. Actualmente hay un esfuerzo en conjunto por hacer que las empresas de diversos ámbitos migren a una relación que aceptan pagos que no solo sean en efectivo si no a tarjetas, eWallets, etc.
De las ciudades que se encuentran más cercanas a ser Cashless, que reducen su uso de efectivo por métodos más digitales, en orden de importancia serían: Suecia, Finlandia, China, Corea del Sur, Reino Unido, Australia, Países Bajos y Canadá. Todos ellos fomentan y han construido una estructura que funciona para brindar mayor ciberseguridad y que poco a poco junto con el desarrollo vayan aceptando cada vez más lo digital que lo físico, habiendo letreros a veces de “no aceptamos efectivo” en varios locales.
Hay que reconocer que poder imaginar que un día cualquiera puedes realizar cualquier compra, hacer uso del transporte público desde tu celular, con una tarjeta o incluso tu smartwatch es cada vez una posibilidad más acertada. Varios de estos países ya cuentan con métodos actualizados para recibir varios métodos de pago pero sin duda la gente prefiere optar por cargar con el menor efectivo posible.
Se estima que para el 2023 Suecia sería la primera ciudad en su totalidad de ser cashless, y con la apertura de nuevas eWallets creciendo pues se vuelve más fácil abrazar ese futuro.
Latinoamérica no esta muy atrás pero sin duda falta aún muchísimo más implementación y que se promueva más los métodos de pago contactless. Esperemos que la brecha temporal y tecnológica cada vez sea menor, pues los beneficios de estar en una ciudad sin importar la divisa y que pueda utilizar los mismos métodos de pago sin duda es una barrera que estaría muy bien romper.