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Un recurso bastante efectivo cuando la generación millennial domina todos los mercados. 

 

Por Ángel Mora

El marketing debe adaptarse a los tiempos en los que se desenvuelve para funcionar de manera efectiva y según las situaciones a su alrededor. Viniendo de una época difícil donde la Pandemia nos hizo replantearnos mucho de lo que somos, abrazándonos en gran medida por la compleja situación que estábamos viviendo, el marketing vio oportuno para sí mismo como para nosotros como consumidores jugar con nuestras emociones en busca de lugares más felices y positivos lejos de lo deprimente que fue el confinamiento pandémico. 

Al ser humano le fascina añorar el pasado, inclusive si este no vivió en las épocas que tanto idolatra anteriores a la suya, encontrando en estas épocas una paz que le resulta difícil encontrar en la propia, una nostalgia que es tan efectiva como peligrosa si no se ejecuta de manera correcta. Despertar este tipo de emociones en los consumidores, refiriéndonos al marketing, genera una conexión única que, sumada a los tiempos difíciles que se perciben hoy en día, resulta ser un escape excelente para quienes dominan el mercado actual del siglo XXI: lo millennials, y estos, entre otras cosas, son expertos en sentir nostalgia. 

El poder de la nostalgia

En la actualidad, los principales consumidores que existen en los mercados pertenecen a la generación millennial, mismos que representan la gran mayoría de la clase trabajadora, y que, por ende, cuenta con la capacidad de adquirir productos y servicios a voluntad. Habiendo nacido en los 80’s y 90’s, los millennials hoy extrañan una época que curiosamente comienza a inundar todo a su alrededor, desde la moda hasta la industria del entretenimiento, evocando en ellos emociones de paz, felicidad, y la seguridad de una época ya pasada donde las preocupaciones eran mínimas y sólo quedaba ser felices. 

El marketing emocional resulta ser hoy en día una excelente herramienta de comercialización y posicionamiento, un recurso infalible para una generación de añoranza, donde la nostalgia está a la orden del día siempre efectiva. No por nada vemos en los medios reboots, remakes, reuniones de aniversario de programas, series y películas; la moda decide sacar líneas que recuerdan películas, productos, o series y caricaturas ochenteras y noventeras que son una compra garantizada para un mercado que encuentra en esta estrategia de marketing una conexión emocional oportuna para una adultez que apenas inicia y para sobrellevar tiempos de incertidumbre climática, financiera, etc.

En tiempos difíciles…

…la nostalgia es un refugio. Y lo anterior lo saben muy bien las marcas, o al menos sus mercadólogos. La nostalgia ofrece una zona de confort para los consumidores, un lugar repleto de emociones positivas y una conexión generacional que hoy en día funciona de manera perfecta al estar fuertemente influenciado por la presencia mediática de material audiovisual nostálgico que no hace más que motivar al público a adquirir todo aquello que lo lleve de vuelta al pasado donde fue feliz aunque sea por un momento. 

El entretenimiento hoy hace mancuerna con la mercadotecnia en este sentido, buscando instaurar una era de nostalgia para garantizar los éxitos comerciales de la década. No por nada vemos como las reuniones de aniversario como “FRIENDS” o “THE FRESH PRINCE” aparecen en los medios, activando un botón que en automático nos hace viajar en nuestra propia memoria para rememorar día de despreocupación 20 años en el pasado. Porque, aunque no lo parezca, los 90s son los nuevos 70’s cuando se habla del  “pasado” o “lo viejo”. 

Un recurso con caducidad|

Por más negación que manifestemos al respecto, los millennials somos unos nostálgicos por excelencia, razón por la cual la moda nos muestra hoy a Cartoon Network y Nickelodeon en sus colecciones, los 80s regresan como easter eggs en series de televisión y películas, el coleccionismo se desborda con artículos noventeros que nos devuelven a ese lugar feliz de la infancia que al recordarlo sentimos ese calor interior que nos hace sentir tan bien en una modernidad tan acelerada y cambiante, siendo lo anterior el éxito final de esta estrategia de marketing emocional. 

La nostalgia no es algo malévolo, al final del día funciona para hacernos conectar con otros y percibir sentimientos agradables. Su evidente presencia como recursos de marketing resulta necesario para soportar tiempos tan hostiles y llenos de incertidumbre como los que vivimos hoy en día, pero que sin duda no deben llegar a reemplazar nuestra realidad y los asuntos por resolver. Ser nostálgico está bien, pero abusar de ello resulta cansado, por lo cual, consumirlo tanto como aplicarlo debe ser uno de los factores de regularización tanto de las marcas y la industria del entretenimiento, que deben saber cuando detenerse, como de nosotros como consumidores millennials, que debemos conocer cuando está bien vivir en el pasado y cuando abrazarlo como algo digno de recordar para afrontar una era que debemos transformar nosotros mismos.