Por Andrea Hernández
*Alerta de spoilers*
El pasado 16 de marzo, se estrenó en cartelera “Shazam: Fury of Gods”, película de DC cómics y secuela que tardó casi 4 años en llegar.
Independientemente de si la película es buena o no (pronto podremos leer la reseña por Hugo Rocha), algo que ha causado conflicto entre aquellos que ya vieron la película, es el product placement descarado que hay en la batalla final y cómo hay todo un plot para este producto: Skittles.
A lo largo de la película, podemos ver en distintas escenas cómo los protagonistas están comiendo estos dulces e incluso, hay una situación en donde se habla directamente de los dulces, pues una de las villanas se encuentra encerrada en una celda de la guarida de los protagonistas y el personaje de Darla, decide llevarle un bowl de skittles amarillos, diciendo que aunque sea mala, también tiene derecho a los placeres humanos, aunque a los skittles rojos no, pues esos debe ganárselos (o algo así).
Hasta ese momento, podíamos decir que el product placement era suficiente, había cumplido su función, lo habían involucrado en la trama y nos quedaba claro que era el dulce favorito de la familia, sin embargo, los escritores decidieron llevarlo a otro nivel.
Para no entrar en grandes detalles, pero sí en spoilers, en algún punto de la película, la familia ha perdido sus poderes y Shazam, quien aún los conserva, está ocupado enfrentando a Kalypso y la ciudad está siendo invadida por criaturas del Edén. Los niños, con ayuda de la pluma Steve, descubren que lo que más les aterra a estos monstruos no es ni más ni menos que el mismísimo unicornio. También, Steve escribe que lo que más les gusta a estas criaturas es el néctar de la Ambrosia, algo a lo que claramente no tienen acceso, sin embargo, Darla propone buscar un unicornio para poder usarlos a su favor.
Cuando lo encuentran, el unicornio es una criatura imponente, horrible y peligrosa, y desde lejos, corre hacia ellos claramente con la intención de atacar y es aquí cuando Darla de la manera más orgánica, saca de sus bolsillos un sobre de skittles y los avienta directamente al unicornio, con los dulces formando un arcoiris con una toma en stop motion que parece sacada directamente de un comercial. Esto no basta y una vez que el unicornio los prueba y evidentemente le gusta el sabor, Darla dice el slogan: “Taste the rainbow”, (además, más adelante lo vuelve a mencionar de una manera que personalmente, sí me dio risa).
Y aunque no sea la primera ni la última película que recurre a esta estrategia de marketing de manera tan descarada, sí creo que llega a ser cansado ver escenas completamente dedicadas a estos productos y de una manera repetitiva.
Sabemos que esta es una opinión completamente personal y que incluso, admitámoslo, puede ser una escena graciosa por lo ridículo que es y que al final, la gente está hablando de ella y del producto, por lo cual funciona, pero también es un hecho que la cinta recibió malas críticas y que todo lo de Skittles, sólo lo empeoró más.
Para cerrar, el director de Shazam 2, habló sobre cómo ellos fueron los que sin que la marca se acercara a la producción, metieron en el guión toda esta situación con Skittles, diciendo que en lugar de crear una marca falsa para la película, quisieron involucrar algo del mundo real, y que cuando le comentaron a la marca sobre este plan, les encantó y decidieron aprobar esta colaboración, lo que nos deja pensando si al final esta es una decisión de la cuál se arrepiente y si podemos tomarlo como un buen o mal ejemplo de product placement. Al final, las opiniones son personales, y así como a muchos nos pareció algo ridiculizado, habrá gente a la cuál le parezca increíble. ¿De cuál lado estás tú?