Un artista que identificó a toda una generación mediante el arte del grafiti.
La década de los 80’s hoy viene a nuestra memoria con este concepto colectivo de colores y el triunfo del Pop Art que más tarde vendría a consolidarse en la década siguiente. Las artes gráficas dominan la expresión de toda una generación que encuentra en el uso de formas dinámicas y colores vivos y llamativos la mejor manera para identificar y expresar su sentir en tiempos que hoy vemos como gloriosos pero que en su momento no fueron muy diferentes a nuestro presente. Si, los 80’s fueron maravillosos estéticamente, y no por nada hoy garantizan un éxito nostálgico para quienes los rememoran hoy en diversos medios, pero existió un clamor por parte de los jóvenes de su época de expresarse de una forma sana, concisa y representativa de su época.
Nueva York fue el epicentro de esta revolución artística, siendo otro elemento característico de esta época la presencia de las calles y lo urbano en la propuesta artística de esta década, quienes encontraron en las artes más grunge como el grafiti un medio para manifestar su sentir ya fuese este positivo como negativo, de una manera tan transgresora que terminaría por influir en el comportamiento de la juventud como hoy lo hacen las redes sociales para nosotros. De este fenómeno artístico surge un artista que llevó su intención de expresarse a un nivel que terminaría por identificar a toda su generación, quien, haciendo uso del grafiti, manifestó la felicidad, el amor, la amistad, el enojo, la tristeza, la guerra y paz de una forma hoy sumamente icónica dentro de la historia del arte.
Keith Haring, el mítico autor de grafitis e ilustraciones caracterizadas por sus trazos sencillos de líneas gruesas y colores terminaría por representar el Pop Art de una década hoy romantizada, pero que en su momento abanderó el sentir de toda una generación, desde el mismo metro de la ciudad de Nueva York hasta las más grandes galerías y museos del mundo. Si bien cuestionable su estilo, Haring demostró que para manifestar emociones y el sentir de una generación basta con simplemente aplicar un trazo sobre cualquier medio, el arte se encargará del resto.
Ethos de los 80’s
Los ochenta fueron la apoteosis del Arte Pop en todo su esplendor, con los colores vibrantes por todas partes, formas planas y sencillas representando la generación que culturalmente hablando presenciará un verdadero popurrí de estilos, sucesos y artistas de los cuales sin duda destaca la figura de Haring, un neoyorquino cuyo estilo simple pero conciso marcó el arte urbano de la Gran Manzana de una forma impresionante. Así como hoy vemos como el controversial Banksy deja huella en las calles del mundo, Keith Haring hizo lo propio en el metro de Nueva York con una serie de grafitis de peculiar apariencia que determinarían un estilo que a finales de la década se vería replicado en todas partes como representante de la juventud ochentera de cara a la próxima década.
El grafiti es una expresión rebelde de sentimientos y emociones, que encuentra en las calles su mejor lienzo, una realidad que Haring entendió en un comienzo y que lo llevaría a manifestar su sentir por medio de su estilo de trazos gruesos y figuras humanas en diferentes situaciones, siempre acompañadas por el colorido uso de vibrantes tonos dignos de la época. El artista nacido en Pensilvania estudiaría Artes Visuales para formarse como un verdadero profesional, quien se dedicó un tiempo a la serigrafía de playeras, enfocaría posteriormente su arte al grafiti, comenzando por dejar sus primeras huellas en el metro de Nueva York y los espacios vacíos dispuestos para publicidad. Su arte, comenzaría a adquirir fama por esto, siendo arrestado en una ocasión por “vandalismo”, suceso que no lo detendría de llevar su peculiar estilo lleno de propósito y mensajes a otros formatos y lugares.
Grafitis para cambiar el mundo
No hubo artista más representativo de su generación como lo fue Keith Haring, portador de un trazo dinámico y divertido en el mundo de grafiti, cuyos principales formatos incluyen muros, papel, vidrio, ropa como playeras, utensilios como vasos y tazas, y toda clase de recipientes que pudiesen portar un arte dispuesto a representar a su época mediante diferentes contextos, situaciones o personajes, entre los que destacan personas, animales, ovnis, y donde los mensajes se diversifican en contextos románticos, cómicos, de amistad, de rebeldía, de música, anti guerra y como promotores de mensajes para hacer conciencia.
Sus composiciones caracterizadas por figuras sencillas lineales de grosor siempre van acompañadas de colores planos y ornamentos que recuerdan trazos improvisados, mismas que reflejan un poco de su proceso creativo, en el cual, Haring admitía que no existía una planificación previa de su obra, pero sí un mensaje a compartir, motor más que suficiente para expresar mediante sus obras sus emociones. El gran éxito de su estilo, su propuesta, su ideología y su altamente replicable propuesta artística dio pie a un reconocimiento que llevó a su arte de las calles y estaciones del metro de la ciudad de Nueva York a las galerías y museos más prestigiosos del mundo a finales de los 80’s.
Su lamentable fallecimiento en 1990 a causas de complicaciones provocadas por el Sida hizo que su arte se convirtiera en un legado artístico que terminó por representar a su generación de cara al nuevo milenio. Su obra hoy cautiva por su peculiaridad y colorida composición, por sus mensajes positivos en tiempos inciertos, y por la sencillez que refleja su trazo, sin duda un espejo del artista detrás de la obra, que hasta el final de sus días, dejó un garabato a prevalecer en el mundo con un mensaje perpetuo dedicado a la humanidad, amistad y aceptación.